lunes, 5 de septiembre de 2022

Fantasmas

Creo que con el tiempo visitar lugares que no han cambiado nada en diez o quince años me pone más triste que revisitar sitios que han sufrido alteraciones. Es cierto que un lugar bonito o del que guardamos buen recuerdo puede ir a peor a medida que pasa el tiempo, pero también puede mejorar o sencillamente mantener la familiaridad incluyendo novedades que son fruto del proceso orgánico que siguen todas las cosas. En cambio un lugar querido demasiado bien conservado, donde parece que no se ha movido una mota de polvo en todo ese tiempo estará lleno de fantasmas. Cuando lo visito en vez asombrarme, sentir nostalgia sana o pensar en todo lo que ha sucedido desde entonces sólo veo personas, relaciones y proyectos que hace mucho se bajaron del tren.
    Una cosa es tener esos lugares intactos en la memoria para visitarlos de vez en cuando y otra poner el pie en ellos de forma literal. Para mí visualizarlos en la mente implica apreciar lo que significan con la perspectiva de los años, de modo que puedes llevarte algo que te sirve para crear cosas nuevas en el presente. Pero si me persono en ellos me asfixia la sensación de estar en una especie de vitrina o cementerio,  un lugar al que ya no pertenezco, o peor aún: donde podría quedar atrapado, igual que un mosquito en ámbar. Es exactamente el mismo motivo por el que no tengo problema alguno con las fotografías pero en cambio aborrezco las grabaciones de familiares que se han ido. Es antinatural: el pasado existe para la memoria, no para regresar.



1 comentario:

  1. Interesante reflexión! Para mi esto es un "sí pero no"... volví a mi universidad un año después de terminar mis estudios y me sentí muy rara, por un lado porque ya no había caras conocidas (cosa que no pasaba cuando regresaba a mi antiguo colegio a recoger a mi hermano, y eso me hacía sentir a gusto); pero por otra parte añoro volver a lugares que no he pisado en años (generalmente, casas de familiares de pueblo, cuyos patios me parecían inmensos de pequeña, pero ahora no podría echar a correr sin darme contra un muro) me da esta sensación nostálgica, casi desagradable, en la que como bien dices, parece que solo quedan fantasmas: familiares que ya no están entre nosotros, amistades que se han distanciado o que se han roto por las malas y han dejado ciertos proyectos y sueños al aire, nuevos profesores que no conoces y el fantasma de aquellos maestros que también han partido del mundo...

    Finalmente, nunca he experimentado el miedo a quedar atrapada en un lugar, pero sí a personas que me han quitado más que aportado, y por las que no quise conocer a gente nueva que me llamara la atención... "para que esa amiga no se sienta sola y se crea que la abandono", me sentí mal durante una larga temporada, pero le supe encontrar un nuevo enfoque.

    Hagamos lo que hagamos, siempre nos quedaran buenas prácticas, como los álbumes y el "journaling", donde podemos plasmar una imagen o ilustrar el sitio o persona, plasmar los sentimientos hacia ello, y que de algún modo quede entre nosotros... Luego hay gente que lo guarda en una estantería y no lo abre jamas y otros que lo queman. Personalmente esto me ha evitado sentimientos negativos cuando me he visto obligada a volver a un lugar como el que describes o cruzarme con ciertas personas en la calle.

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