jueves, 30 de mayo de 2024

Donde acaba la comodidad

Creo que ya podemos afirmar con seguridad que el intento de contener y domesticar el espíritu humano para que no volvieran a repetirse los horrores de la Segunda Guerra Mundial ha fracasado. De hecho, de cada vez tengo más claro que el experimento de amansar a la sociedad es la causa de los horrores presentes... y los que comienzan a perfilarse en el horizonte. 

    Quizá habría sido más sensato aprender a vivir con el potencial monstruo que todos llevamos dentro que desterrarlo a un rincón oscuro y pretender que no existía. Dicho de otra forma: al hombre no le basta con satisfacer sus necesidades elementales o tener comodidades. Para vivir necesitamos creer en algo mayor que nosotros mismos, perseguir nuestras pasiones, tropezar y aprender a sortear los obstáculos. Cuando retiramos de la vida diaria la ilusión o la aventura acabamos inventando problemas y desarrollando extrañas patologías para rellenar ese vacío. Ahí es donde acaba la comodidad y comienza el llanto.