El gran error de las ideologías derivadas del liberalismo ha sido la creencia en la equivalencia entre distintas cosmovisiones. Eso al final lleva la mentalidad de "yo sólo quiero que me dejen en paz", lo que acaba significando que en lugar de pisotearte de forma explícita te van minando poco a poco, mientras tiranizan al mundo porque nadie se digna a mover un dedo. Y cuando llega la hora de la verdad y decides presentar batalla te das cuenta de que todos los demás han caído y tienes al enemigo hasta en la sopa.
El marco de tolerancia sobre el que supuestamente se asienta el liberalismo no es una cosa neutra, ni un significante vacío. No podría haber surgido sin que antes hubiera una visión religiosa que diera a cada persona un valor intrínseco. El problema de la Modernidad es que ha pretendido reformar la casa mientras dinamitaba sus cimientos, algo de lo muchos viejos liberales no se han dado cuenta aún; como tampoco se han dado cuenta de que en las últimas décadas han dejado entrar en esa casa a incendiarios que preferirían verla convertida en cenizas.
Por eso lo que llamamos Occidente se está disolviendo cual azucarillo en el té, y por eso aparecen tipos como Trump, a los que erróneamente se llama "conservadores" ¡Ojalá lo fueran, al menos tendrían algún amor al prójimo! El problema es que ellos también son hijos de la Modernidad, pero sin la mascarada habitual, con motivos de sobra para vengarse y ni un ápice de compasión o caridad cristiana. En otras palabras: el liberalismo ha creado al arma sin seguro que ahora mismo le está apuntando.
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