lunes, 26 de abril de 2021

Mansedumbre

Además de la cuestión europea, el motivo por el que asistimos constantemente la crítica de ser un país de servicios pero no cambiar nada es la comodidad  de los gobernantes. De reindustrializase, España volvería a tener una clase trabajadora de verdad y eso obligaría a los políticos de izquierda a ser algo coherentes ¡o al menos a esforzarse en fingir mejor!

En cambio, conviene a muchos que seamos un país  de microburgueses depauperados y funcionarios con falsa conciencia: a los primeros siempre puedes estrangularlos más flojito si se quejan, y con los segundos agitar un poco el sistro monedil basta para que vuelvan a sus plácidos sueños. Además, lo que unos y otros comparten es ver en el político contradictorio un reflejo de sí mismos. Por eso los toleramos tanto.

De hecho, incluso quienes se dan cuenta de que la raíz de tantos males es la clase política no hacen nada. Prefieren que la amargura los consuma o desentenderse de todo hasta que el Estado caníbal venga a llevárselos a rastras. Es éste el mayor crimen de la socialdemocracia: crear una burguesía anestesiada que teme el riesgo inherente a todo cambio, que teme el síndrome de abstinencia estatal. Y encima nos han hecho creer que en nuestra mansedumbre estamos salvando el mundo.

Si no fuera tan terrible sería una obra de arte.

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