El modo de operar de los artistas no es conocer las cosas, sino mediar entre las imágenes que tenemos de ellas y lo que sugeriremos a través de las formas. Existen procesos mediante los que podemos refinar la técnica y rellenar el banco de referentes, pero me temo que el gran caldero de la intuición escapa a cualquier clasificación racional. Es uno de esos lugares caóticos donde sencillamente se ve, y si nos preguntamos de dónde vienen ciertos elementos sólo podemos contestar que de todas partes, a veces de lugares que aparecen sin más y no tienen nada que el común de los mortales llamaría "artístico".
Esta es la cuestión que me ha dado más quebraderos de cabeza en el último lustro, porque en cierto modo siento mi esencia dividida en dos: por una parte está la filosofía, que es el camino de mi elección, y por otro está la pulsión natural de crear cosas con las manos acordes a mi sensibilidad e intuición. El primero es un camino que tiende al orden y a las taxonomías, donde todo debe ser demostrable racionalmente; mientras que si cruzamos al otro hemisferio podemos catalogar lo que vemos en los primeros pasos, pero rápidamente todo se acaba emborronando. Sólo después de rumiar mucho tiempo lo que debería haber sido evidente desde el principio me doy cuenta de que es peligroso buscar en mi ser la preponderancia de una esfera sobre la otra, ya que además de implicar una tarea imposible supondría matar el último resquicio de inocencia y magia que me queda. Me doy cuenta de que al plantear algunas cosas que me gustan en parámetros demasiado estrictos, aunque sea para defenderlas, hace que cada vez las disfrute menos... pero estamos en 2022 y atrás quedan esas vacuas discusiones en los primeros años de la carrera sobre la justificación de la belleza: no vendrá ningún tribunal a pedirme explicaciones de mi afirmación de la superioridad de Bach sobre Mozart. Pretenderlo fue absurdo. Al final sólo estoy yo, y no necesito dar cuenta de lo que es evidente: ni haré ver a quienes se han cegado ni quiero asomarme al abismo por el que han caído quienes enfrentan lo sublime con el bisturí diseccionador.
"Aquel que quiebra algo para averiguar qué es ha abandonado el camino de la sabiduría» |
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