Voy
a mojarme con un tema sensible, pero la verdad es que me parece que
los antiabortistas tienen severas carencias informativas y
dificultades para el razonamiento lógico. No me refiero a la
cuestión de si debería ser algo gratuito o privado, sino al
problema de fondo: la dignidad humana. Al final el argumento de esta
gente se reduce a que el aborto es un acto de violencia contra una
persona, es decir: un asesinato. A partir de aquí he escuchado que
el infante debería tenerse aun siendo fruto de una violación, aun a
riesgo de la vida de la madre o incluso si el médico advierte con
antelación de que tendrá algún problema de salud severo e
incurable.
Sus argumentos giran siempre en torno a que el cigoto
o el feto en los primeros meses es una persona, y tiene por tanto
derechos. ¿Pero qué es una persona? Podemos entrar en una discusión
legal sobre el tema que no nos llevaría a ninguna parte, pero al
final al hablar de esta cuestión siempre se acaba bajando al cenagal
de lo trascendente. Así, podemos decir que en este campo se
considera que una persona -humana en este caso- lo es por el hecho de
tener alma. Para los antiguos el alma era un hálito que servía de
fuerza motriz al cuerpo de los vivientes, y en el modo tradicional en
el que nosotros lo entendemos a esto se suma que es, de algún modo,
la esencia del dueño: aquello que rige sus acciones, retiene
su memoria, constituye su entendimiento y, sobre todo, aúna su
sentir.
Para estas personas, el aborto sería un acto sacrílego
y de lesa humanidad no por interrumpir el proceso biológico, sino
porque ello impide a un alma (una persona ya existente) desarrollar
sus potencialidades en el mundo. El tema es que es que esta idea de
alma es arcaica: además de lo citado se trata de una entidad
nebulosa que está antes de que nazcas y sigue existiendo después de
que te mueras. Creer esto es un absurdo, metafísica de garrafón,
porque la ciencia moderna, desde luego, tiene algo que decir sobre
cuestiones tales como el momento en que un proyecto de ser humano
comienza a pensar o tener emociones... y caen bastante lejos del
usual plazo para abortar. El alma de nuestros días está en la
mente, y la mente no se adjudica: se desarrolla. Por tanto, si
creemos que al abortar estamos haciendo competencia desleal a la
Parca, debemos creer también que cometemos un crimen aún peor
cuando aplastamos al mosquito que nos pica o a la mosca que ronda
nuestros alimentos.
Los antiabortistas hablan de dignidad de una
manera totalmente incoherente: la adjudican a algo que no es persona,
y ello otorga carta blanca para atentar contra la dignidad de quien
sí lo es, que normalmente es una madre con toda una vida por
delante, así como las personas que la rodean. Y esto no solo
convierte a los mal llamados “defensores de la vida” en
ignorantes, sino en partícipes de un rotundo mal moral. No hablemos
ya de las recientes polémicas concernientes al aborto por motivos de
salud del futuro infante. Aquí la izquierda y la derecha se dan la
mano tachando a sus partidarios de bárbaros eugenistas nazis; lo que
faltaba por ver: adeptos del sufrimiento por predestinación dándose
la mano con progresistas. He llegado a ver artículos de gente
afirmando que los partidarios de la interrupción del embarazo por
estos motivos queremos asesinar los discapacitados, o incluso
presumiendo de adoptarlos por moda ¡Ni siquiera por caridad o
compromiso ético!
Lo coherente, si se cree en la dignidad
humana, es arremangarse y ofrecer toda la ayuda y comprensión
posible a las personas con discapacidad o dolencias graves en sus
desafíos diarios; pero también lo es prevenir en la medida de lo
posible dichas situaciones. Si el médico te dice que que el infante
tendrá un problema severo, no debería estar penalizado interrumpir
el embarazo e intentar tener un bebé sano en el futuro.
Pd:
Conste -que ya veo venir a algunos- que no estoy negando la felicidad
a nadie, precisamente lo que defiendo es la felicidad de todo el
mundo, que bastante amenazada está por cosas que no podemos
predecir.
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