miércoles, 15 de julio de 2020

Regreso a la sopa primordial



Así como no podemos censurar de forma absoluta una herramienta o material por el simple hecho de que alguien les haya dado un mal uso, tampoco podemos hacerlo con los mecanismos que usamos para el entendimiento y la clasificación de la realidad.
    Si la problemática del humano primitivo era su simplicidad basada en la subsistencia, en el mundo civilizado lo fue el uso interesado de los conceptos, y nos guste o no, estos constituyen de manera ya inconsciente la base de cualquier sistema de pensamiento, desde la simple asociación de un objeto a un nombre hasta la constitución de una religión o sistema filosófico. Negar el concepto es negar el orden, y lamentablemente no podemos conocer la realidad sin organizarla dentro de nuestro pensamiento. Esta negación, de hecho, sería contradictoria, porque para formularla ya necesitamos un lenguaje y una serie de supuestos y pruebas racionales sobre los que construir una argumentación decente, lo que nos demuestra que es imposible salir del concepto. En conclusión, una de las muchas cosas que convierten a nuestra especie en un fenómeno claramente anómalo dentro del reino animal es que para vivir necesitamos dar nombre a las cosas.

    Así pues, la esencia de la desmesura ha sido, hasta nuestro días, la perversión interesada de la naturaleza útil o estética (Que en el fondo no son tan diferentes) de las cosas en vez de su conservación y perfeccionamiento. Quizá con la mejor de las intenciones, el pensamiento filosófico o incluso cotidiano posterior a la modernidad se dedicó sistemáticamente a detectar y desmontar los dogmas y demás constructos interesados o simplistas que hasta entonces habían regido a la humanidad. Esto, sin embargo, no ha servido para prevenir el uso indigno de las herramientas inherentes a la condición humana, ha hecho todo lo contrario.
    Se ha identificado de manera totalmente equivocada al orden y a la clasificación en base a conceptos con la tiranía o la estrechez de miras, lo que ha derivado en un rechazo total y absoluto del inmanentismo más racional y humanista. Así pues, hoy en día los objetos, seres, artes y demás elementos del mundo que nos rodea carecen de toda naturaleza que permita identificarlos, y ya no hablemos de la fundamentación de constructos intelectuales de mayor tamaño. Estamos abocados a un subjetivismo tal, que lo relativo nos ha vetado la entrada al conocimiento y a las artes mismas, así como a su expansión y su refinamiento. La ética y la moral también han acabado muriendo, y con ellas ha caído también toda posibilidad de debate sobre temas importantes y elevados, puesto que a casi nadie le importan realmente más que en el gesto vacío.
    Aquellos defensores del relativismo imperante en el mundo actual, sin saberlo, sólo lo usan para desbancar de manera falaz y simple (pero políticamente correcta) el discurso de sus interlocutores, una simple arma de tiempos modernos para defender sus propios dogmas enquistados. Afirman que cuando damos nombre a los objetos, a las ciencias o a las artes estamos siendo intransigentes, puesto que supuestamente creemos que estos tienen unas características derivadas del orden del universo que tenemos desde "Nuestro punto de vista". Y no es así. De hecho, ellos mismos incumplen esta queriendo alterar a marchas forzadas el lenguaje para adaptarla al que creen que es la única mirada válida, hasta el punto de institucionalizarlo y llegar a crear problemas en la percepción y el razonamiento de sus conciudadanos.
    Como ya he dicho al principio, los conceptos son algo esencialmente humano. Antes que por acción de alguna mano negra misteriosa surgen por necesidad. Es por esto que las matemáticas no existirían sin nosotros, puesto que estas son un sistema para organizar y comprender la realidad, no son la realidad en sí misma... o quizá podríamos decir, desde cierto punto de vista, que pertenecen a un plano de la realidad construido por nosotros mismos que sirve para manejarnos con lo que ya estaba ahí antes de nuestra llegada. Por tanto, cuando se intenta dar nombre a elementos físicos o abstractos que comparten una serie de características, partimos de algo realmente primitivo que con el paso de los siglos se ha ido desarrollando, pasando de ser un componente simplemente social a algo que permite expandir la mente y llegar hasta límites de razonamiento insospechados. No estamos negando los accidentes que individualizan cada cosa concreta, sólo reconociendo que existen peldaños superiores en nuestra jerarquía conceptual.
    El lenguaje es una herramienta organizativa, así de sencillo. Puede ser todo lo gris y formal que queramos, puede ser informal o gracioso, elevado o mundano... Pero eso depende del grado de conocimiento que tengamos de su evolución y uso, además de nuestra propia creatividad y propósitos al utilizarlo. Es más, me atrevería a decir que es la mejor herramienta de la que disponemos y la que ha permitido nuestros más grandes logros. Por ello, el concepto no viene dado por un orden externo, más bien es todo lo que tenemos para comprender dicho orden, y es precisamente esto lo que permite someter algunas de sus partes a debate y no es algo cerrado en sí mismo.
    En conclusión, y recordando que negar la conceptualización de manera coherente con uno mismo es imposible, la sistemática duda y la carencia de bases del relativismo y del pensamiento ideológico actual nada tienen que ver con el espíritu crítico de la Ilustración. No es algo que haya servido para emancipar al hombre de su propia tiranía, ha sido más bien un paso atrás destinado a crear equívocos irresolubles y a dejarnos estancados en una nueva era de oscuridad y de cultura de masas: sustituir el cosmos por una sopa primordial de accidentes. Ha calado tan hondo que hasta los propios críticos de la civilización actual no son más que cómicos que debaten sobre sandeces porque... ¿Cuando la realidad no existe o no es racionalizable de qué sirve discutir o rebelarse? ¿No sería eso un cañoneo constante a base del mismo dogmatismo que nos dijeron haber logrado enterrar?
    Quizá cuando dejemos de jugar a los cazafantasmas y desempolvemos las viejas librerías consigamos completar exorcismo y recuperar la ilusión suficiente para ajustar el mecanismo de nuestras vidas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario