Hace cosa de diez años estaba completamente a favor de obligar a los partidos políticos a hacer primarias. Ahora creo que un partido que haga primarias es lo más peligroso que puede haber porque ello provoca el ascenso de lo peorcito de la humanidad. Los grandes del partido se dedican a crear camarillas de aduladores donde sólo les dan la razón y los puestos de responsabilidad caen en manos de los más inofensivos (zoquetes), corruptibles o sociópatas que han ascendido a base de puñaladas. Lo más peligroso de todo es que además de esto las primarias son una ventana para que todo tipo de agentes externos puedan meter mano: así son capaces de encumbrar, hundir o incluso fabricar candidatos. La "democracia interna" es un peligroso instrumento de subversión para los poderosos, ya que si logran influir lo suficiente pueden colocar a los peores candidatos y evitar que los mejores programas o ideas lleguen siquiera a las elecciones, condenando la nación al estancamiento.
Por eso hay que quitarse el miedo y desmontar la falacia de que las primarias son una cuestión de democracia. Democrático es el régimen político del país, pero un partido es una libre asociación que se presenta para participar en dicho sistema aceptando las reglas de juego: nada más. Si alguien tiene los recursos y los asociados para presentarse a unas elecciones no es asunto de nadie decir cómo tiene que gestionar su casa. Si no gusta no saldrá elegido y si surgen diferencias en el seno del partido siempre se puede fundar otro. No será más democrático por hacer primarias porque una formación política no es un país sino un pastiche de intereses, egos y rasgos ideológicos.
Desgraciadamente en el sistema educativo esa clase de confusiones son cada vez más comunes: no es lo mismo una educación en un país democrático (el lugar), una educación para la democracia (aprender sobre ciudadanía y el funcionamiento del Estado) y la muy abominable educación democrática. No podemos votar que dos mas dos dejen de ser cuatro o que los alumnos puedan dar órdenes al director. Tampoco podemos llenar las escuelas de comisiones que actúen como taifas. Precisamente el confundir estos términos es lo que carcome el cerebro de la sociedad hasta el punto de que después la gente anda perdida por el mundo y se adhiere a cualquier atropello que lleve la etiqueta de democrático, como polillas que se lanzan hacia la luz y mueren abrasadas.